Gilberto Giménez
Por Auris Media
“El respeto a la diversidad cultural debe ir acompañado de justicia social”
El investigador emérito por la Universidad Nacional Autónoma de México, Gilberto Giménez, comparte algunas reflexiones en torno a la identidad y su importancia dentro de la discusión intercultural y la necesidad de establecer diálogos paritarios entre culturas.
Para el sociólogo Gilberto Giménez las trampas ideológicas son uno de los grandes retos que debe sortear y no perder de vista la interculturalidad. El investigador sostiene que la celebración de la diversidad de identidades puede llegar a ocultar la desigualdad social, así como la estructura política y económica que la soporta. “El derecho al respeto a todas las culturas ha sido una conquista de la modernidad, […] pero un respeto a la diversidad cultural que no vaya acompañado de justicia social ni de redistribución, cuidado, esa es una trampa”.
El académico también advierte el incremento de una “hipocresía institucional”, donde la fuerza del Estado y sus instituciones se muestran abiertos a la diversidad de saberes y pensamientos, pero sólo a un nivel discursivo, “no cuenta la cultura colectiva, ni la cultura indígena, sino que solamente se toma en cuenta el individuo […].El individualismo es masivamente operante en la modernidad”.
La reflexión sobre la identidad es una parte fundamental del trabajo de Gilberto Giménez. La identidad nos permite establecer el diálogo intercultural ya que en la vida cotidiana, no podemos prescindir de ella: “No podemos pensar una interacción sin que implícitamente estemos poniendo en juego la identidad. La identidad no es una propiedad intrínseca de las personas, sino que es una propiedad relacional, nuestra identidad siempre es en relación con otros”, señala Giménez.
En fenómenos sociales contemporáneos como la migración, esta reflexión nos puede dar claves para entender lo que sucede durante un choque entre culturas distintas, donde pueden originarse crisis de identidad. “Una de las funciones de la identidad es localizarnos, darnos nuestro lugar simbólico que nos corresponde en la sociedad. Por eso el hecho de desarraigarse físicamente ya implica la posibilidad de un conflicto”.
Sin embargo, agrega el académico, ya que la identidad individual no es monolítica, sino que está compuesta en diversas dimensiones, una parte del individuo tiene que ajustarse a las nuevas condiciones. “Pero queda siempre, sobre todo en la primera generación de migrantes, un núcleo que es lo que llamamos patria chica. Cuando emigramos llevamos siempre la patria”.